Un piloto contra dos bólidos
La clara superioridad de Vettel, ganador, y Webber en Interlagos obliga a Alonso, tercero, a acabar segundo en Abu Dabi para garantizarse la corona
No hubo órdenes de equipo en Red Bull y gracias a ello Fernando Alonso salió prácticamente indemne del Gran Premio de Brasil de fórmula 1. La situación no es muy diferente de la existente cuando llegó a Interlagos. La victoria de Sebastian Vettel y el segundo puesto de Mark Webber ajustan los números en la cabeza de la clasificación en relación con el español, tercero ayer, pero no le dejan indefenso. La batalla será encendida en Abu Dabi, la última carrera, pero más porque los monoplazas azules mantienen una evidente superioridad sobre los rojos de Ferrari que por la pérdida de puntos. Alonso dispone ahora de una ventaja de ocho sobre Webber y de 15 sobre Vettel. Siendo segundo en el emirato árabe, se proclamará campeón mundial. Pero esta premisa se plantea como una utopía después de ver la prueba de Interlagos.
Campeón ya de constructores, Red Bull sigue sin dar órdenes de equipo
El español, que ayer no cometió ningún error, ve aumentar así sus posibilidades
Hay un hecho, sin embargo, que abre las puertas a la esperanza de Alonso. La guerra interna que mantienen los dos pilotos de Red Bull y la decisión del propietario de la escudería, Dietrich Matsechitz, de no permitir bajo ningún concepto las órdenes de equipo pueden convertirse en su salvavidas. La mejor forma que tiene Red Bull de asegurarse el título mundial de pilotos, pues el de constructores lo ganó ya ayer, es ayudar a Webber a conseguir la victoria por delante de Vettel en la última cita. En esta tesitura, el tercer puesto cerraría las puertas al asturiano. En cambio, le daría el título si el ganador fuera Vettel. Pero nadie en Red Bull se plantea esta solución. "Esto son carreras y hay que mantener el espíritu de la competición y no hacer como Ferrari", comentó esta semana Matsechitz. Y el alemán Vettel ratificó su animadversión hacia su compañero australiano al asegurar: "Si Mark necesita ayuda, que llame a una ambulancia. Nosotros nunca seremos amigos".
En este contexto, las cosas no van a cambiar. Ayer ya tuvieron la posibilidad de intercambiar las posiciones de sus pilotos cuando ambos entraron a cambiar los neumáticos en la 25ª vuelta y la 26ª respectivamente. Entonces, la distancia entre ellos era ridícula. Un retraso de un par de segundos de Vettel habría bastado para que Webber volviera a la pista como líder. Pero no se produjo. El equipo no quería intervenir en el desarrollo del gran premio. "Si eso nos cuesta el título, mala suerte. Lo ganaremos el año que viene", aseveró el dueño de la marca. Y lo dejaron todo tal cual, tal y como se prevé que hagan en Abu Dabi, aunque allí se jugarán... su última carta.
Su mejor arma es, sin duda, que, a falta de solo una carrera para la conclusión del campeonato, siguen teniendo el mejor coche, diga lo que diga Alonso. Insinuar que el coche del español es tan rápido como los de ellos y más fiable es una falacia porque, mientras los Red Bull han ganado ocho carreras -con cuatro dobletes-, los Ferrari solo se han anotado cinco. Por tanto, no es descabellado pensar que pueden volver a ganar en Abu Dabi tras la demostración de potencial que realizaron en Interlagos. Porque ayer controlaron la prueba desde el principio, cuando Vettel sobrepasó a Hulkenberg ya en la misma salida y Webber le adelantó en la segunda curva. Nadie pudo discutirles la victoria.
Ni siquiera Alonso, que pudo superar a Hamilton por un despiste del británico, pero tardó seis vueltas en eliminar la resistencia de Hulkenberg. Fue un tiempo excesivo porque, cuando pudo comenzar a atacar, los Red Bull estaban ya a más de 10 segundos y no se planteaban ninguna otra cuestión salvo la de dirimir quién de los dos iba a ganar. Tampoco Hamilton estaba en condiciones de cuestionarles nada. La carrera, en realidad, estaba ya decidida en la 51ª vuelta, cuando Liuzzi, el italiano de Force India, sufrió un accidente que hizo aparecer sobre el asfalto al coche de seguridad. Hamilton y Button entraron rápidamente al taller para cambiar los neumáticos y no perdieron posiciones porque sus seguidores también les imitaron.
Pareció que aquello daría una notable ventaja a Vettel y Webber, pero no fue así. Hamilton optó por los duros y nunca se acercó lo suficiente a Alonso para atacarle. En cambio, el ovetense sí fue restando segundos a Webber, con problemas de calentamiento del motor, hasta colocarse a 2,4s. Entonces, el australiano agotó sus recursos y estabilizó su posición. No hubo más que decir. Vettel ganó sin perder nunca el liderato; Webber fue segundo, y Alonso, tercero. Son los únicos que aún cuentan -las posibilidades de Hamilton son ridículas- para uno de los títulos más disputados de la historia. Como en 2007, cuando Raikkonen salvó una diferencia de siete puntos ante Hamilton y una de cuatro frente a Alonso para convertirse en sorprendente campeón. Solo que esta vez el español no sufre la animadversión de su propia escudería.
Alonso será campeón si...
- Gana en Abu Dabi o termina segundo.
- Termina tercero o cuarto, siempre que no gane Webber.
- Termina quinto y no gana ninguno de los dos Red Bull.
- Termina sexto, Webber no concluye primero ni segundo y Vettel no gana.
- Termina séptimo u octavo, Webber no sube al podio y Vettel no consigue la victoria.
- Termina noveno, Webber no queda entre los cuatro primeros y Vettel no gana ni finaliza segundo.
- Termina décimo o no puntúa, Webber no pasa del sexto lugar y Vettel no termina ni primero ni segundo.
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